La ciudad no solo fue representada en sus ángulos y desde el contraste de sus luces y sombras. La escritura tuvo un rol protagónico. Provenía de los autores que se sentaban a conversar y a debatir los nuevos programas estéticos en los cafés de todas las metrópolis del mundo, de toda aquella imaginación que se desató en torno al concepto mismo de escritura. Muchos lenguajes se activaron ante la censura. Formas codificadas, secretas, de decir, escribir y pensar eludiendo el control de las dictaduras. Se inventaron lenguajes nuevos, que simulaban el orden de los textos pero en los que no había letras ni palabras conocidas. Se llegó a escribir con los dedos, dejando los rastros del cuerpo en los simulacros de renglones; se lo hizo incluso sin tinta, sin lápiz, utilizando solo las manos para dejar en el papel las huellas de las arrugas. Escrituras corpóreas. Se imaginaron y se inventaron otros códigos que, en su indeterminación, se propusieron como universales, capaces de producir nuevas formas de contacto.
Artistas: Norah Borges, Mirtha Dermisache, Graciela Gutierrez Marx, Mathias Goeritz, David Lamelas, Margarita Paksa, Liliana Porter, Diego Rivera, Lotty Rosenfeld, Mira Schendel, Remedios Varo y Xul Solar, entre otros.