Entre los artistas que asumen la escritura para pensar los modos de hacer de las llamadas Bellas Artes, están los tratados teóricos sobre arquitectura, pintura y escultura. Aquí presentamos un pequeño fragmento del famoso Tratado de pintura (1435) del arquitecto y teórico de la perspectiva L. B. Alberti, texto de obligada referencia para los sistemas pedagógicos del Renacimiento italiano.
Trismegistus, un
escritor de la antigüedad, pensaba que la pintura y la escultura nacieron al
mismo tiempo que la religión, pues así le responde a Aesclepius: la humanidad
representa a los dioses según su propia imagen a partir de sus recuerdos de la
naturaleza y sus propios orígenes. ¿Quién será capaz de negar que en los
asuntos tanto públicos como privados, profanos o religiosos, la pintura les ha
proporcionado a todos ellos las partes más apreciadas de ella misma, de tal
manera que nada ha sido tan estimado por los mortales?
Se cuenta con registros
acerca de los increíbles precios que han ido adquiriendo los cuadros pintados.
Aristides el Tebano vendió una sola pintura por cien talentos. Se dice que
Rodas no fue incendiada por el rey Demetrio, por temor a que se pudiera perder
una pintura de Protogenes. Se podría decir que la ciudad de Rodas fue salvada
del enemigo por una sola pintura. Plinio coleccionó muchas otras cosas en las
cuales se puede ver que los buenos pintores siempre han sido muy reconocidos
por todos. Los más distinguidos ciudadanos, filósofos y muchos reyes no sólo
han disfrutado las cosas pintadas, sino también ellos las decoraron con sus
propias manos. Lucius Manilius, un ciudadano romano, y Fabius, un hombre de la
alta nobleza, fueron pintores. Turpilius, un caballero romano, pintó en
Verona. Sitedius, pretor y procónsul, fue reconocido como pintor. Pacuvius,
poeta trágico y sobrino del poeta Ennius, pintó a Hércules en el Foro Romano.
Sócrates, Platón, Metrodorus y Pyrro fueron expertos en pintura. Los
emperadores Nerón, Valentiniano y Alejandro Severo fueron los más dedicados a
la pintura. Sin embargo, sería muy largo mencionar aquí a cuántos príncipes y
reyes les agradaban las pinturas. Tampoco me parece necesario contar la gran
cantidad de pintores antiguos que hubo. Su número se puede ver en el hecho de
que trescientas sesenta estatuas, unas de ellas a caballo y otras en carros
romanos, se terminaron en cuatrocientos días por encargo de Demetrius
Phalerius, quien era hijo de Phanostratus. En una tierra donde había un gran
número de escultores, ¿puede creerse que no había pintores? Estoy seguro de que
estas dos artes, la pintura y la escultura, están relacionadas y nutridas por
el mismo genio. Pero yo siempre le concedo un sitio más elevado al genio del
pintor porque él trabaja con cosas de mayor dificultad.
Sin embargo, retornemos
a nuestro trabajo. Ciertamente el número de escultores y pintores fue grande en
esas épocas, cuando los príncipes y los plebeyos, los ilustrados y los incultos
disfrutaban la pintura, y cuando los tableros pintados y los retratos, que eran
el botín más apreciado de las provincias, se colocaban en los teatros. Finalmente,
L. Paulus Aemllius y otros muchos ciudadanos romanos enseñaron a sus hijos a
pintar, junto con las bellas artes y con el arte de vivir piadosamente y bien. Esta
excelente costumbre se observa con frecuencia entre los griegos, quienes
querían que sus hijos fueran bien educados, y les enseñaban la pintura junto
con la geometría y la música. Entre las mujeres también era un honor saber
pintar. Marcia, hija de Varro, es reconocida por los escritores porque sabía
pintar. La pintura era tan reconocida y tan honrada entre los griegos, que se
aprobaron leyes y edictos que prohibían que los esclavos aprendieran a pintar.
Esto fue realmente bueno que lo hicieran, pues el arte de la pintura siempre ha
sido un mérito de las mentes libres y de las almas nobles.
En cuanto a mí, en verdad considero que una
buena apreciación por la pintura es el mejor indicador de una mente de la mayor
perfección, aunque sucede que este arte agrada tanto a los instruidos como a
los no instruidos. En cualquiera otro arte sucede que lo que agrada a los
experimentados, también conmueve a los inexpertos. De la misma manera se podrá
encontrar que muchos desean con vehemencia ser buenos conocedores de la
pintura. La naturaleza misma parece deleitarse en la pintura, pues en las caras
cortadas del mármol con frecuencia pinta centauros y caras de reyes barbados y
con el pelo rizado. Se dice además que en una piedra preciosa de Pirro se han
de encontrar pintadas claramente por la naturaleza, todas las nueve musas,
cada una con su símbolo. Agréguese a esto que en ningún otro arte sucede que
tanto los expertos como los inexpertos de cualquier edad se dedican con tan
buena voluntad al aprendizaje y al ejercicio de dicho arte. Ahora permítaseme
que me refiera a mí mismo. Siempre que regreso a la pintura para divertirme, lo
cual hago con frecuencia cuando estoy cansado de los asuntos más estresantes,
me dedico a ello con tanto gusto, que me sorprendo de que de pronto hayan
pasado tres o cuatro horas. Así es como este arte proporciona placer y
reconocimiento a cualquiera que esté versado en él; y riquezas y fama perpetua
a quien sea maestro en él. Ya que las cosas son de esta manera, y dado que la
pintura es el mejor y el más antiguo adorno de las cosas, digno de hombres
libres, que agrada a los instruidos y a los que no lo son, con gusto invito a
nuestra juventud estudiosa a esforzarse tanto como sea posible por pintar.
Por
lo tanto recomiendo que quien se dedique a la pintura, debe aprender este arte.
La primera gran preocupación de quien desea ocupar un sitio destacado en la
pintura, es la de lograr la fama y el renombre de los antiguos. Es útil
recordar que la avaricia siempre es el enemigo de la virtud. Rara vez llega a
ser reconocido quien tiene como objetivo principal hacerse rico. He visto a
muchos que están en las primeras etapas del aprendizaje, hundirse de repente
por hacer dinero. Como consecuencia no adquieren ni riquezas ni reconocimiento.
No obstante, si hubieran incrementado su talento con el estudio, fácilmente
hubieran alcanzado un gran renombre. Entonces hubieran llegado a tener riquezas
y placer.
Aquí el libro completo en pdf.
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