Tal vez un texto de artista no sea más que un intento de salir discursivamente, dar credibilidad, fundamentar, explicar, la arbitrariedad de su trabajo. Trabajo que es la exaltación extremada de un estado de tensión flotante: la vaguedad permanente, la obsesión de pescar, deglutir y congelar todas las imágenes e ideas fugaces, cualquier relación o dato que resulte descubridor o fundante. Por eso, toda explicación de su procedimiento en otro código no sería, para el productor artístico, más que un ensayo de asirse, como un cabo, a la realidad.
Un texto de artista es, por lo general, un ejercicio para-científico, un juego doble entre el automatismo poético y la simulación de un texto con fundamentación real. Su valor reside en que la metodología de su escritura es similar y paralela a la del pensamiento que conduce a su producción artística, y en que las reflexiones que en ese texto puede producir son similares a las reflexiones que pueda provocar su obra concreta.
Juan Pablo Renzi
Amigo, Dolinko y Rossi: Palabra de artista, Buenos Aires, Fundación Espigas, 2010, p. 15.