El trazado de las primeras letras parece ir necesariamente anudado a los garabatos que el lápiz ensaya mediante el dibujo: unos puntos, líneas, figuras geométricas, esas primeras imitaciones de los entes del mundo real que ayer quedaron plasmadas sobre las hojas del cuaderno escolar. Quizá por esto los manuales de lectoescritura para los-as más pequeños-as traigan asociados imagen y texto, grafía y representación visual. Ocurre, de algún modo, como si nos fuera posible deletrear las imágenes miméticas, separar en sílabas los duplicados icónicos de los objetos, al tiempo que aprendemos a escribir el contorno de un embudo, unas uvas, un huevo, otra vez de regreso hacia los antiguos jeroglíficos pintados.
Páginas del manual UPA!, Constancio Vigil, Editorial Atlántida.