"Esta capacidad poética del lenguaje ocupó y fascinó por mucho tiempo la atención de Magritte. En el lienzo, las palabras pintadas -no como nombres, sino como parte del cuadro- pueden poner en libertad los mismos poderes de diferenciación que en obras como Amoríos peligrosos son ejercidos por el espejo y el cuerpo fragmentado. [...] Entre las palabras y las cosas existe -al igual que entre las imágenes y los objetos- un espacio indefinible y misterioso. Al pintar palabras o frases, René Magritte combina el poder disociativo del texto legible con el poder disociativo de lo visible."
Marcel Paquet, Magritte, Taschen, p. 70.
La máscara vacía, 1928.