A través de la morosa y sensorial descripción de obras de arte, la escritura de Huysmans repone verbalmente los soportes pictóricos hechos de signos visuales, colores y formas, al tiempo que carga a las imágenes de connotaciones fantásticas, una extrañeza que deriva más de la mirada del propio escritor que de lo que -suponemos- encierran los cuadros en sus marcos.
En la más vasta sala contigua, el vestíbulo, recubierta con madera de cedro de color de caja de habanos, colgaban de los muros otros grabados, otros dibujos fantásticos. Uno de ellos era la "Comedia de la Muerte" de Bresdin. Representa un increíble paisaje erizado de árboles, setos y matorrales en forma de demonios o fantasmas y lleno de pájaros con cabezas de rata y colas de vegetales. Del suelo, que está regado de vértebras, costillas y cráneos, surgen sauces nudosos y trémulos en los que están posados esqueletos que agitan ramilletes y entonan cantos triunfales, en tanto que un Cristo se aleja volando por un firmamento aborregado; un ermitaño medita, con la cabeza entre las manos, en el fondo de una gruta; un mendigo muere de inanición, extendido de espaldas, con los pies apuntando hacia una charca de aguas estancadas.
Otro era "La buena samaritana" por el mismo artista, litografía de un enorme dibujo a lápiz y tinta. Aquí la escena representa una maraña fantástica de palmeras, serbales y robles, que crecen conjuntamente en abierto desafío a las estaciones y los climas; una franja de selva virgen rebosante de monos, búhos y úlulas, estorbada por viejos muñones de árboles tan desproporcionados como raíces de mandrágora; un bosque mágico con un claro en el centro que permite vislumbrar desde lejos primero a la samaritana y el hombre herido, luego un río y por último una ciudad fabulosa que trepa por el horizonte hasta encontrarse con un extraño firmamento punteado de pájaros, abigarrado de espumantes olas, rebosante, por así decir, de ondas nubosas.
Al revés, J. K, Huysmans, Fausto, 1977, p. 131.