Como dice el crítico Clement Greenberg, "Desde Giotto a Courbet, la primera tarea del pintor había sido excavar una ilusión de espacio tridimensional en una superficie plana. El observador miraba a través de esa superficie como a través del proscenio de un escenario. La modernidad ha disminuido la profundidad de ese escenario más y más hasta que hoy el telón de fondo ha llegado a coincidir con el de delante, y éste es el único sobre el que hoy puede trabajar el pintor." Esa planimetría va a permitir a los artistas post-impresionistas y del art nouveau articular el discurso publicitario y el pictórico sobre un mismo soporte, dando origen así el género del afiche de artista. De Alphonse Mucha a Toulouse-Lautrec, el afiche irá ganando terreno en el campo del arte, a caballo entre las funciones pragmáticas de la difusión comercial y la expectación desinteresada del museo y la galería de arte. Imagen y texto trabajan conjuntamente para armar la ilusión del producto e instalar así su necesidad en el público.
Entre los artistas que asumen la escritura para pensar los modos de hacer de las llamadas Bellas Artes, están los tratados teóricos sobre arquitectura, pintura y escultura. Aquí presentamos un pequeño fragmento del famoso Tratado de pintura (1435) del arquitecto y teórico de la perspectiva L. B. Alberti , texto de obligada referencia para los sistemas pedagógicos del Renacimiento italiano. Trismegistus, un escritor de la antigüedad, pensaba que la pintura y la escultura nacieron al mismo tiempo que la religión, pues así le responde a Aesclepius: la humanidad representa a los dioses según su propia imagen a partir de sus recuerdos de la naturaleza y sus propios orígenes. ¿Quién será capaz de negar que en los asuntos tanto públicos como privados, profanos o religiosos, la pintura les ha proporcionado a todos ellos las partes más apreciadas de ella misma, de tal manera que nada ha sido tan estimado por los mortales? Se cuenta con registros acerca d...







