Las variantes que experimenta el tópico del ut pictura poesis, desde Simónides a Lessing, en "Los retratos" de Luciano de Samósata se trueca en la versión del picta poesis. A continuación presentamos una serie de textos que abordan la deriva de los cruces interartísticos y las permanentes retroalimentaciones entre poesía y pintura.
Asimismo, especial atención merece a propósito de la materia expuesta en este capítulo el diálogo de Luciano titulado Los retratos. En sus páginas, dos interlocutores, Licino y Polístrato, discuten los temas recurrentes acerca de la analogía entre pintura y literatura. En esta pieza encontramos la conocida consideración de Homero como el “mejor de los pintores” de la que se hará eco Petrarca y que será repetida hasta la saciedad por un buen número de humanistas durante el Renacimiento (cfr. Luciano 1988: 433, 8).
La intención de Luciano no deja de ser pintoresca: sus personajes intentan forjar, a partir de numerosas representaciones literarias y pictóricas el retrato más completo de la mujer de cuantos hubiere. Para ello, no basta únicamente con figurar la apariencia física femenina por medio de formas y colores, sino lo que se pretende además es representar su alma por medio de una etopeya: “Si te parece, entremezclando ya los retratos, el que tú modelaste del cuerpo y los que yo pinté del alma, juntándolos todos en uno solo y estampándolo en un libro, pongámoslo, para que lo admiren, a disposición de todos los hombres, los de ahora y los que vengan después” (Luciano 1988: 442-443, 23).
La ocurrencia pintoresca de Luciano suscita algunas reflexiones de sumo interés para el tópico ut pictura poesis. Alude de forma implícita a la capacidad de la literatura de equipararse con las artes plásticas merced a la enargeia que conlleva toda écfrasis, pero también de superarlas, ya que la poesía es capaz de brindar por añadidura una imagen de su alma, de su carácter, de sus emociones, de sus virtudes, en otras palabras, de todas aquellas realidades interiores e invisibles que le son naturales al ser humano y que forjan su verdadera imagen.
No obstante, el diálogo de Luciano refleja uno de los mayores ideales que han perseguido los artistas a lo largo de la historia: la creación de la obra de arte total. Si bien la technopaegnia alejandrina de Simias de Rodas y Dosíadas ya había materializado en parte la imposibilidad implícita en el aforismo de Simónides, al crear un icono que habla, el espíritu visionario, típico de Luciano, ofrece una vuelta de tuerca al ideal picta poesis que adelanta el espíritu de los géneros híbridos característicos del Renacimiento y Barroco, y cuya máxima expresión la encontramos en la emblemática, la iconología o las empresas, así como en rarezas tales como el Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones de Francisco Pacheco.