En este fragmento, Dilthey reflexiona sobre la mímesis y sobre cómo se adecua cada materialidad expresiva -las palabras, las formas, colores, sonidos- a los cometidos y a la naturaleza propia de las disciplinas artísticas.
El poeta copia mediante una sucesión de palabras. Podría creerse que la naturaleza de este recurso de representación hubiera conseguido con el tiempo que los temas que se pueden representar mejor en otras artes les fueron reservados a las mismas, y en cambio, que se reservaran para la poesía y constituyeran su objeto aquellos que corresponden más adecuadamente al recurso representativo del lenguaje. Y se podría aclarar que la descripción de la naturaleza como tal que culmina en el cuerpo de belleza perfecta, no es un objeto suficiente para la poesía, mientras que se puede emocionar profundamente en la pintura y encantar la vista en el mármol. Seguramente la competencia entre las artes obró en este sentido. Pero no es el recurso expresivo de la lengua el que separó la poesía de las demás artes ni determinó la función peculiar de cada una dentro de la sociedad, sino su propio contenido nuclear.
W. Dilthey, Poética. Losada, 1961, p. 55-56.