En esta pintura, De Chirico recurre al concurso de los objetos simbólicos y el espesor de la escritura tipográfica para articular un contenido al que hay que descifrar, cual el jeroglífico o "rebus" en tanto géneros de artificio.
Una obra clave de esos meses [primavera de 1917] es El sueño de Tobías, cuyo complejo significado se puede descifrar a través del título. En la tradición, un ángel indica a Tobías que unte los ojos ciegos de su padre con la hiel de un pez, para curarlo. El pez en la caja que, a modo de escenario, aparece a la izquierda del cuadro, hace referencia tanto a dicha tradición como al simbolismo curativo y profético general del pez. [...] Las letras AIDEL, que aparecen junto a un termómetro de mercurio, son -transcritas- las correspondientes a 'invisible' en griego. La columna de mercurio, a su vez, es una alusión irónica a Mercurio o Hermes, el emisario de los dioses. El tema del cuadro, por tanto, es la revelación y la anunciación de lo invisible, a cuya búsqueda se ha dado el artista metafísico, como emisario de una nueva visón del mundo.
Magdalena Holzhey, De Chirico, Taschen, 2005, p. 53.
Giorgio De Chirico, El sueño de Tobías, 1917.