Otro pensador del helenismo griego que abordó las relaciones entre escrituras y artes plásticas, Dion Crisóstomo, a los primeros tanteos de Simónides, Horacio o Plutarco, agrega espesor conceptual y variedad operativa a esta formulación de préstamos y colaboraciones entre las artes.
Aun cuando las aportaciones de Plutarco y Pseudo-Longino son harto significativas, es a Dion Crisóstomo (siglo I-II d. C.) a quien le debemos las reflexiones más destacadas sobre el tópico ut pictura poesis en el periodo helenístico. Si bien como en el caso de Plutarco, la presencia de comparaciones entre poetas y artesanos son abundantes, especial atención merece a este respecto el discurso titulado Olímpico o sobre el primer concepto de Dios, en cuyas páginas encontramos una caterva de analogías y correspondencias entre las artes, tal vez inspiradas por la reflexión de Cicerón acerca de Fidias localizada en El orador, que acaban por forjar uno de los tratados sobre el lugar común más destacados de la Antigüedad clásica.
Dion plantea como idea principal de su discurso el origen del concepto de Dios en los hombres y la forma en la que tanto pintores como artesanos, máxime escultores, lo representan a través del arte. Se puede observar claramente cómo Dion anticipa los planteamientos de Plotino y la manera en que conecta indirectamente con la filosofía cristiana que eclipsará el pensamiento grecolatino pagano siglos más tarde. Pero lo que aquí interesa destacar es como la idea de representación del concepto de Dios establece un vínculo tácito entre poetas y escultores.
En primer lugar, hace hincapié el pensador en la forma en que los mitos poéticos sirvieron como fuente de inspiración para las obras de los artistas plásticos de Grecia, abordando así Dion la importante cuestión para el tópico ut pictura poesis acerca del parangón de las artes y la iluminación recíproca de las mismas:
"Fueron los poetas los más antiguos forjadores de imágenes. Por ello, no querían [los artistas] aparecer ante la mayoría como indignos de crédito y autores de odiosas novedades. Y, así, realizaban la mayor parte de sus obras de acuerdo con los mitos, pero otras las inventaban por su cuenta haciéndose en cierta manera rivales y, a la vez, compañeros de oficio de los poetas. Pues mientras que los poetas componen sus argumentos basándose simplemente en lo que se dice, los artistas interpretan la divinidad, para la mayoría de los espectadores y para los más ignorantes, mediante lo que entra por los ojos. Todas estas cosas tienen su fundamento en aquel principio primero y han nacido en honor y alabanza de la divinidad" (Dion 1989: 31-32, 45-46).
Poesía y artes plásticas se ven vinculadas por Dion a través de su concepción como representaciones de la divinidad. Obsérvese que se repite tanto en este como en otros pasajes anteriores los motivos que encontramos en Plutarco y que son propios del lugar común: los poetas como creadores de imágenes, los diferentes medios de representación y la hermandad entre las artes, pues poetas y pintores son compañeros de oficio toda vez que exploran el poder creativo de la figuración. Incluso se alude en este fragmento a la rivalidad entre los artistas en la antigua Grecia, así como a la manera en que pintores y escultores justificaban por medio de la autoridad de la poesía los temas tratados en sus cuadros y estatuas, por ser estos en muchas ocasiones iluminaciones de la poesía, argumento que desde luego resonará en el Renacimiento y Barroco.
También alude Dion a la universalidad de los signos plásticos, es decir, a los iconos, como medio capaz de dirigirse, a diferencia de la poesía, incluso a “los más ignorantes”. Como se verá, este será uno de los pilares sobre el cual Leonardo ―sin olvidar a ciertos pensadores medievales― articulará toda su defensa de la pintura.
Ahora bien, si cabe reparar en el discurso de Dion es por ser uno de los primeros escritos teóricos de la historia del tópico ut pictura poesis que plantea la importancia de los símbolos y alegorías para las artes plásticas, y la forma en que tales elementos afianzan el vínculo común entre estas:
"Y a falta de un modelo más apropiado, tratamos de reflejar lo invisible y lo irrepresentable por medio de algo que puede representarse y verse. Nos servimos del valor del símbolo, y no como hacen algunos bárbaros, que representan la divinidad por medio de animales partiendo de pretextos tan insignificantes como absurdos. Pero aquel hombre —Homero— que sobresalió más que nadie por la hermosura, majestad y magnificencia de sus obras, ese sí que fue prácticamente el mejor creador de estatuas de los dioses" (Dion 1989: 37, 59).
Mientras la literatura, como veíamos en Pseudo-Longino, puede representar a los dioses mediante phantasias, la pintura y la escultura se ven en la necesidad de recurrir a la alegoría y el símbolo para representar en iconos imágenes abstractas. Y añade Dion además:
"Y por cierto, lo que suele decirse, que los ojos son más fieles que el oído, a lo mejor es verdad. Pero también lo es que son difíciles de convencer y que necesitan mayor evidencia. Pues aunque la vista se enfrenta con los mismos objetos que contempla, también es fácil de excitar y embaucar el oído, si se le envían imágenes alucinantes por medio de versos y sonidos. Ahora bien, nuestro arte tiene medidas precisas en cantidad y en tamaño, pero los poetas pueden ampliar las suyas cuanto quieran […] En cambio, yo debo contentarme con llenar el espacio señalado" (Dion 1989: 42, 71-72).
Dion es uno de los primeros autores en señalar la superioridad del ojo frente al oído, adelantándose una vez más a Leonardo. Asimismo, el filósofo de Prusa, poniendo su discurso en boca del escultor Fidias, ilustra los límites de cada arte.
La pintura es más cautivadora en la medida en que sus representaciones son más nítidas y concretas que las vagas sombras imaginativas de la poesía. Sin embargo, y coincidiendo con Quintiliano y Pseudo-Longino, el impacto emocional (ekplexis) de la imagen verbal es mayor si el poeta sabe cautivar al lector u oyente, mediante el poder evocador de la visualidad imaginativa (enargeia).
Pero si tan significativo resulta este pasaje para el tópico ut pictura poesis ha sido porque en él Dion esboza el criterio diferenciador empleado por Lessing en Laocoonte. Los poetas, gracias a la libertad que les ofrece la temporalidad de la poesía, pueden ampliar la extensión de la obra cuanto quieran; bien al contrario, los pintores y escultores, han de limitar su acción, dada la espacialidad característica de las artes plásticas, conforme a la restricción del espacio reducido de la superficie del lienzo o tablilla, así como del contorno del mármol o el metal.
Adolfo R. Posada: Literatura, Pintura, Écfrasis. Historia conceptual del tópico ut pictura poesis (2019).
Aun cuando las aportaciones de Plutarco y Pseudo-Longino son harto significativas, es a Dion Crisóstomo (siglo I-II d. C.) a quien le debemos las reflexiones más destacadas sobre el tópico ut pictura poesis en el periodo helenístico. Si bien como en el caso de Plutarco, la presencia de comparaciones entre poetas y artesanos son abundantes, especial atención merece a este respecto el discurso titulado Olímpico o sobre el primer concepto de Dios, en cuyas páginas encontramos una caterva de analogías y correspondencias entre las artes, tal vez inspiradas por la reflexión de Cicerón acerca de Fidias localizada en El orador, que acaban por forjar uno de los tratados sobre el lugar común más destacados de la Antigüedad clásica.
Dion plantea como idea principal de su discurso el origen del concepto de Dios en los hombres y la forma en la que tanto pintores como artesanos, máxime escultores, lo representan a través del arte. Se puede observar claramente cómo Dion anticipa los planteamientos de Plotino y la manera en que conecta indirectamente con la filosofía cristiana que eclipsará el pensamiento grecolatino pagano siglos más tarde. Pero lo que aquí interesa destacar es como la idea de representación del concepto de Dios establece un vínculo tácito entre poetas y escultores.
En primer lugar, hace hincapié el pensador en la forma en que los mitos poéticos sirvieron como fuente de inspiración para las obras de los artistas plásticos de Grecia, abordando así Dion la importante cuestión para el tópico ut pictura poesis acerca del parangón de las artes y la iluminación recíproca de las mismas:
"Fueron los poetas los más antiguos forjadores de imágenes. Por ello, no querían [los artistas] aparecer ante la mayoría como indignos de crédito y autores de odiosas novedades. Y, así, realizaban la mayor parte de sus obras de acuerdo con los mitos, pero otras las inventaban por su cuenta haciéndose en cierta manera rivales y, a la vez, compañeros de oficio de los poetas. Pues mientras que los poetas componen sus argumentos basándose simplemente en lo que se dice, los artistas interpretan la divinidad, para la mayoría de los espectadores y para los más ignorantes, mediante lo que entra por los ojos. Todas estas cosas tienen su fundamento en aquel principio primero y han nacido en honor y alabanza de la divinidad" (Dion 1989: 31-32, 45-46).
Poesía y artes plásticas se ven vinculadas por Dion a través de su concepción como representaciones de la divinidad. Obsérvese que se repite tanto en este como en otros pasajes anteriores los motivos que encontramos en Plutarco y que son propios del lugar común: los poetas como creadores de imágenes, los diferentes medios de representación y la hermandad entre las artes, pues poetas y pintores son compañeros de oficio toda vez que exploran el poder creativo de la figuración. Incluso se alude en este fragmento a la rivalidad entre los artistas en la antigua Grecia, así como a la manera en que pintores y escultores justificaban por medio de la autoridad de la poesía los temas tratados en sus cuadros y estatuas, por ser estos en muchas ocasiones iluminaciones de la poesía, argumento que desde luego resonará en el Renacimiento y Barroco.
También alude Dion a la universalidad de los signos plásticos, es decir, a los iconos, como medio capaz de dirigirse, a diferencia de la poesía, incluso a “los más ignorantes”. Como se verá, este será uno de los pilares sobre el cual Leonardo ―sin olvidar a ciertos pensadores medievales― articulará toda su defensa de la pintura.
Ahora bien, si cabe reparar en el discurso de Dion es por ser uno de los primeros escritos teóricos de la historia del tópico ut pictura poesis que plantea la importancia de los símbolos y alegorías para las artes plásticas, y la forma en que tales elementos afianzan el vínculo común entre estas:
"Y a falta de un modelo más apropiado, tratamos de reflejar lo invisible y lo irrepresentable por medio de algo que puede representarse y verse. Nos servimos del valor del símbolo, y no como hacen algunos bárbaros, que representan la divinidad por medio de animales partiendo de pretextos tan insignificantes como absurdos. Pero aquel hombre —Homero— que sobresalió más que nadie por la hermosura, majestad y magnificencia de sus obras, ese sí que fue prácticamente el mejor creador de estatuas de los dioses" (Dion 1989: 37, 59).
Mientras la literatura, como veíamos en Pseudo-Longino, puede representar a los dioses mediante phantasias, la pintura y la escultura se ven en la necesidad de recurrir a la alegoría y el símbolo para representar en iconos imágenes abstractas. Y añade Dion además:
"Y por cierto, lo que suele decirse, que los ojos son más fieles que el oído, a lo mejor es verdad. Pero también lo es que son difíciles de convencer y que necesitan mayor evidencia. Pues aunque la vista se enfrenta con los mismos objetos que contempla, también es fácil de excitar y embaucar el oído, si se le envían imágenes alucinantes por medio de versos y sonidos. Ahora bien, nuestro arte tiene medidas precisas en cantidad y en tamaño, pero los poetas pueden ampliar las suyas cuanto quieran […] En cambio, yo debo contentarme con llenar el espacio señalado" (Dion 1989: 42, 71-72).
Dion es uno de los primeros autores en señalar la superioridad del ojo frente al oído, adelantándose una vez más a Leonardo. Asimismo, el filósofo de Prusa, poniendo su discurso en boca del escultor Fidias, ilustra los límites de cada arte.
Fidias, Atenea Partenos.
La pintura es más cautivadora en la medida en que sus representaciones son más nítidas y concretas que las vagas sombras imaginativas de la poesía. Sin embargo, y coincidiendo con Quintiliano y Pseudo-Longino, el impacto emocional (ekplexis) de la imagen verbal es mayor si el poeta sabe cautivar al lector u oyente, mediante el poder evocador de la visualidad imaginativa (enargeia).
Pero si tan significativo resulta este pasaje para el tópico ut pictura poesis ha sido porque en él Dion esboza el criterio diferenciador empleado por Lessing en Laocoonte. Los poetas, gracias a la libertad que les ofrece la temporalidad de la poesía, pueden ampliar la extensión de la obra cuanto quieran; bien al contrario, los pintores y escultores, han de limitar su acción, dada la espacialidad característica de las artes plásticas, conforme a la restricción del espacio reducido de la superficie del lienzo o tablilla, así como del contorno del mármol o el metal.
Adolfo R. Posada: Literatura, Pintura, Écfrasis. Historia conceptual del tópico ut pictura poesis (2019).