En este otro fragmento del libro de Adolfo R. Posada Literatura, Pintura, Écfrasis. Historia conceptual del tópico ut pictura poesis (2019), continuamos con las manifestaciones del tópico horaciano, en este caso siguiendo los cambios de registro en la poesía (del sonido a la grafía), de la oralidad a la escritura. Por ende, de la percepción auditiva a la visualidad de los textos poéticos.
La comparación cobra efecto mediante el nuevo vínculo que la escritura establece entre poesía y pintura. A semejanza del aforismo de Simónides, el filósofo ateniense contrapone de este modo la concepción poética arcaica (phoné), de la que es defensor, frente a una nueva concepción emergente (graphé). La poesía se distancia de su anterior carácter performativo: ya no se trata tanto de un acto espontáneo causado por la improvisación, por el trance de la triúnica chroreia, por la libre expresión del furor poético, cuanto de una práctica artesanal que cosifica la voz en una imagen muda, que hermana a poetas y pintores, que impone sobre su labor la servidumbre de la destreza técnica*.
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* Galí (s.f.) comenta el proceso de cosificación de la poesía a través de la escritura en la literatura griega de la siguiente manera: “La percepción de la palabra como imagen surge con la escritura, que hace visible el lenguaje hablado, lo convierte en un artefacto: la palabra se percibe separada del flujo del discurso y se convierte en imagen. De hecho, el propio concepto de palabra como unidad autónoma es un resultado de la escritura, que aísla los sintagmas verbales de la corriente secuencial y rítmica del habla. En una sociedad oral los hablantes no reconocen la palabra como un elemento autónomo. La configuración de un tesoro léxico obedece a una percepción de la palabra como signo visible, como imagen a partir de su visualización en la escritura. La palabra hablada es evento, suceso en el tiempo. La palabra escrita es imagen, objeto en el espacio. Simónides descubre el nuevo carácter material de la palabra que la escritura determina: palabra=imagen=objeto. El poema se hace objeto, se «cosifica», a través de la escritura, que le confiere una corporeidad ausente de la palabra hablada. El nacimiento del concepto de imagen como representación mental se origina con el nuevo estatuto físico que la escritura confiere al lenguaje, con el paso de la percepción acústica del discurso a su percepción visual”.
La comparación cobra efecto mediante el nuevo vínculo que la escritura establece entre poesía y pintura. A semejanza del aforismo de Simónides, el filósofo ateniense contrapone de este modo la concepción poética arcaica (phoné), de la que es defensor, frente a una nueva concepción emergente (graphé). La poesía se distancia de su anterior carácter performativo: ya no se trata tanto de un acto espontáneo causado por la improvisación, por el trance de la triúnica chroreia, por la libre expresión del furor poético, cuanto de una práctica artesanal que cosifica la voz en una imagen muda, que hermana a poetas y pintores, que impone sobre su labor la servidumbre de la destreza técnica*.
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* Galí (s.f.) comenta el proceso de cosificación de la poesía a través de la escritura en la literatura griega de la siguiente manera: “La percepción de la palabra como imagen surge con la escritura, que hace visible el lenguaje hablado, lo convierte en un artefacto: la palabra se percibe separada del flujo del discurso y se convierte en imagen. De hecho, el propio concepto de palabra como unidad autónoma es un resultado de la escritura, que aísla los sintagmas verbales de la corriente secuencial y rítmica del habla. En una sociedad oral los hablantes no reconocen la palabra como un elemento autónomo. La configuración de un tesoro léxico obedece a una percepción de la palabra como signo visible, como imagen a partir de su visualización en la escritura. La palabra hablada es evento, suceso en el tiempo. La palabra escrita es imagen, objeto en el espacio. Simónides descubre el nuevo carácter material de la palabra que la escritura determina: palabra=imagen=objeto. El poema se hace objeto, se «cosifica», a través de la escritura, que le confiere una corporeidad ausente de la palabra hablada. El nacimiento del concepto de imagen como representación mental se origina con el nuevo estatuto físico que la escritura confiere al lenguaje, con el paso de la percepción acústica del discurso a su percepción visual”.